El Rey Diablo que fue adorado (20 de abril de 1972)
En una visión, visité y fui testigo del mundo del diablo de nuevo. El Rey Diablo
estaba sentado en su trono, gozando de la gloria de los adoradores de ídolos de
la Tierra. Frente a él se encontraba un enorme incensario, del cual salían humos.
Luego oí una voz que venía desde el interior del incensario. Fue una oración por
la lluvia que la gente de la Tierra dedicaba golpeando un moktak (bloque de madera).
Al escuchar esa oración, el Rey Diablo preguntó: “¿Quién es el responsable
de esa región?” Uno de los diablos salió corriendo y contestó: “Soy yo”. El Rey
Diablo le ordenó: “Vete a ayudarlos”. Entonces el diablo desapareció inmediatamente.
Mientras veía esta escena, el Rey Diablo me descubrió y ordenó capturarme rugiendo
que yo había regresado. Uno de los diablos junto a él dijo: “Padre, yo
se lo atraparé” y vino por mí. Fue entonces cuando supe por intuición que ése
era el mismísimo diablo de la Biblia que afirmaba su autoridad sobre el mundo,
atormentando y tentando a Jesús en el desierto (Lucas 4:5). Se me acercó con una
lanza de forma extraña pero sin duda bien aguda. Sintiendo miedo por mi vida en
un gran peligro, me escapé corriendo.
Como los diablos con las lanzas se acercaron rápidamente, oí la voz de Jesús.
“¿Qué tienes en tu mano?” Cuando miré hacia abajo, me di cuenta de que estaba
sosteniendo un palo de poder. Entonces el Señor dijo: “Golpéalos con él”. Así que
pegué el diabo más cercano, dándole un golpe en la cabeza. Como el demonio
cayó gritando, el palo se hizo más grande en mi mano. A medida que iba golpeando
los diabos con los que me topaba, el palo siguió creciendo. Pronto me entró
la preocupación de cómo sostener el palo si siguiera creciendo de esta manera.
Luego, me desperté de la visión en mi habitación llena de luz del sol y yo estaba
empapado de sudor. Mientras trataba de levantarme, el Espíritu Santo me vino
como si la lluvia deseada hubiera caído en mi cabeza.